

Nebulosas; la era del éter
Entrevista de Vera Grass a Lina González, con motivo de la exposición Nebulosas; era de éter, que tiene lugar en la vitrina sur de La Galería las edades.
Bogotá, septiembre 2024
V.G. Empecemos por el título de esta exposición. “Nebulosas”
L.G Bueno no hay que hablar tanto… nebulosas es una exposición entre nubes. Todas las obras se llaman naturaleza muerta. Se distinguen por sus apellidos, jajaja como las mujeres, que siempre han tenido apellidos prestados y por eso se las distingue. ¿Violento no?
Pero si, se trata de ver las cosas entre bruma. Tiene que ver con mi miopía jaja y la de la sociedad a la que se supone pertenezco.
V.G. Las aves parecen ser un motivo reiterado en su trabajo, ¿por qué?, ¿cuál es su interés en ellas? ¿su preservación? ¿es lo que vemos entre nubes?
L.G. Las aves han sido una constante en lo que hago están presentes con frecuencia y creo que tiene que ver con muchas cosas. Por un lado, son habitantes con los que se convive casi sin notarlos. Yo me he seducido por ellos y también con ellos he peleado. Las aves condensan esa idea de la libertad y la belleza. En este caso todas las que están retratadas son migrantes. Van de sur a norte y al contrario sin ser conscientes de las fronteras. En 2002 ya había hecho una obra en la que hacía consciente de ello a un pobre copetón. La libertad es un asunto fundamental para mí, la migración también. Soy de un país donde la migración es constante y múltiple. Una sociedad en la que no se es libre al mismo tiempo que algunos desbordan su libertad hasta acabar con la tuya.
Las aves son muy directas, se comunican con la mirada, eso es algo que me gusta. Me gusta en la gente y en las aves. También me gusta en otros animales, creo que es algo indispensable, algo honesto que nos hace entender que están todos esos otros tan cerca. Esto expande nuestro temor y bueno a pesar del hedonismo de la época, el temor está dentro nuestro.
Ahora sí, si me preguntas si mi trabajo tiene que ver con ecología, pues sí. Te podría decir que si a pesar de que no sea mi primera intención. Nací en 1975, que fue un año en el cual se revelo al público del común, cuantos problemas ambientales vivía el mundo y lo malo por venir. Así que creo que es prácticamente imposible abstraerse de este asunto también.
Pero bueno considero el problema ambiental algo más amplio que un activismo puntual para la preservación de especies o el sembrado de plantas. Y es que la palabra eco, de ecología, de eco sistema, es el prefijo también de economía y así mismo el nombre de la mujer enamorada que contestaba al guapo Narciso en ese gran mito.
Es muy interesante porque al considerar un eco, una repetición, un desconcierto y una desconexión digamos con el contenido encuentro que la reflexión se hace compleja. Creo que oímos nuestras propias palabras al hablar sobre nuestra potencia destructiva. Nos consuela creer que hacemos el bien por algunas conductas que nos obsesionamos en repetir, de algún modo en el vacío. Eso a lo que yo me refiero como actos de limpieza moral.
Creo que la violencia hace parte fundamental de la ecuación. Creo que el dinero y la industria de las armas como motor económico, hace parte fundamental de eso que llamamos eco-logia. Creo que no podemos abstraer las condiciones medioambientales de las condiciones sociales en las que vivimos, al final son parte de un solo mundo.
En la obra Migrantes, bomba y mina hago un paisaje entre lo bello y lo macabro. Están las aves que tan de moda se han vuelto últimamente con esa idea de turismo eco (otro termino y practica a discutir y sobre lo que también he puesto mis manos), y el avistamiento de aves. Esta situación a mi modo de ver resulta compleja pues el eco en su significado sustantivo implica la actitud de Narciso que no oía de ella, (su enamorada) más que sus propias palabras. Conversaba con sí mismo. Eso me acuerda de una auto entrevista que realizo un expresidente colombiano. Jajaja, es dramático en realidad.
Ahora como prefijo significa hogar. ¿qué tipo de hogar?
Me interesa en esta obra, la transparencia, la doble cara. Es de algún modo a partir de la experimentación como llego a esto. Por un lado, la obra es una especie de pintura abstracta, mientras que al darle la vuelta es una especie de imagen compuesta que nos devela una situación real. Por el lado abstracto, este plano blanco se presenta como algo vacío, amplio, limpio, pero están estas figuras (pequeñas, solas) sobre o entre un bastidor que no perciben. Nada parecen saber de la escena a sus espaldas.
V.G. ¿Es entonces también una angustia ante la guerra?
L.G. Si bueno así es. Yo relaciono las aves con la migración. Ahora la migración es de mamíferos, de semillas, de humanos, de capitales, así que se trata de movimientos, de posiciones, de motivaciones y claro de obligaciones que es el momento en el cual se quiebra la belleza para dar paso al espanto. La guerra, en el norte o en el sur es motor económico. Esto me preocupa. La economía se trataría de cómo hacer que los recursos sean bien distribuidos dentro de la casa, el hogar, o le planeta si quieres usar términos de moda. Ya patria, nación o reino son términos un poco limitados ya.
Si la industria de armas, es rentable para los dueños del negocio. La violencia lo es para quienes hacen la guerra. El usufructo de estas actividades claramente reside en 2 claves.
La tenencia de la tierra y la reconstrucción de lo destruido. En ambos casos tanto el hombre como las aves son irrelevantes.
Personalmente sufro al no percibir preocupación por eso. Tanto los bombardeos en Gasa o en Ucrania, como la amenaza de la bomba nuclear, así como las minas quiebrapatas o el sicariato, son para mí un veneno que desvanece la vida. Estamos acá, si podemos irnos al norte, podemos ahogarnos atravesando el mar. Podemos morir de sed. ¿Pero podemos volar indiferentes en el lado abstracto de un asunto en el que sí que estamos implicados?
V.G. Según entiendo entonces la obra “Hipotecas” tiene que ver con todo esto. Migración y guerra.
L.G. La obra “Hipotecas”, es una manifestación de este paso de la libertad a la obligación. Son esculturas que representan maletas, las maletas son también un motivo reiterado en mi obra. Estas maletas que implican claro, un movimiento, un movimiento hacia la muerte en este caso. Este movimiento es el más básico de todos, es el movimiento vital, nacemos y a la muerte vamos. Sin embargo, aquí también se trata de que estas maletas son sillas simultáneamente. Ya en el 2006 si no estoy mal en la obra Territorios había trabajado sobre esta pregunta, sobre cuál es la casa, qué significado tiene un terruño hoy en día en un mundo que pensamos global. Si, por ejemplo, ¿es posible que lleves tu tierra a otro lado? ¿Si el desarraigo es tortuoso o deseable?
El juego de sentidos muestra la tristeza que me produce este movimiento obligado hacia el destierro y la muerte. Por eso la forma y el uso se mesclan. Estamos sentados allí, sobre el problema.
Ahora esta obra surgió de conocer las hipotecas que se emitieron por cuenta de los bancos en las zonas de conflicto en Colombia. Las entidades financieras emitieron hipotecas sobre las tierras de los habitantes de amplios sectores, cuando estos bajo la presión de los grupos armados, no podían pagar vacunas (sobornos) o no querían sembrar tal cosa o tal otra. Esta presión económica, clara mente genero la hipotequización de pequeñas fincas, que más pronto que tarde serian revendidas por los bancos a organizaciones con poder económico, posiblemente las mismas que ejercieron la presión sobre los pequeños y medianos propietarios para que vendieran y lograran monopolizar las tierras.
La pregunta por la tierra permanece en mí. La naturaleza de esta es la casa. La interpretación económica y productiva genera la violencia. No podemos desconocer eso en un país como Colombia, pero tampoco en Ucrania o en Gasa. La tierra sigue siendo un botín que quiere ser aislado de su naturaleza vital. Enterrados estaremos, al fin y al cabo. Por eso estas maletas, que son sillas, son también nuestra tumba.
V.G. Es muy interesante como halas todos los hilos, que al final confluyen. Quedan dos obras más de las que no me has dicho nada. Por un lado, están los huevos que penden de estos hilos, muy literal. ¿Tienen relación con las aves? Son un móvil, hemos visto huevos también en tu obra a lo largo de tu carrera.
L.G. Si es cierto que los huevos son importantes para mí. Cómo huevo todos los días. Jajaja. la verdad es que el huevo es uno de los más potentes objetos. Son la vida misma, frágiles y resistentes, bellos y perfectos por fuera, con una inmensa incertidumbre adentro. Los huevos claro que se relacionan con las aves, esencialmente con la vida (de las aves, pero nuestra también). A pesar de ser mamíferos, nuestras barrigas se parecen a un huevo, la placenta y todas esas cuestiones vitales de las que las madres mujeres saben más que yo.
Pero bien. En esta escultura, instalación o móvil como quieras llamarlo, el huevo es vida.
Si haces un poco de memoria urbana, seguro llegaras a recordar haber visto alguna vez un par de zapatos colgando de los cables de luz. Bien de esta imagen, de este temor, de este acto estético violento surge esta pieza.
Una de las interpretaciones más extendidas es que cuando vemos una zona en la que hay zapatos colgados de cables eléctricos significa que estamos ante una zona de venta de droga. También funcionan como código de fronteras entre delincuentes, o señales de blancos fáciles para robo o asesinato. En muchos casos significa que allí mataron a alguien a quien pertenecieron esos zapatos.
Pues bien, yo emplazo los huevos en lugar de los zapatos. Es una… digamos simbiosis entre el caminar, el andar y la vida que se contrapone al estar colgada, convertirse en signo. Dejar de moverse, morir.
V.G Y para terminar, te quisiera preguntar por esa serie “Bastones del sur”. Me causa gran curiosidad saber cómo las articulas con las otras. De nuevo vemos lecturas llenas de significados. El bastón y el movimiento, pero al tiempo la palabra sur. ¿Puedes decirnos algo sobre esto?
L.G Bueno, puedo decir cosas, pero no me canso de decir que nada de lo que diga puede ser usado en mi contra. Negare toda culpa, todo juicio.
Hablando en serio, la figura del bastón me ha obsesionado desde que hace mucho también, porque es un objeto icono del poder. Podemos pensar en los bastones de muchas maneras. Los pastores de la iglesia, los pastores reales con sus ovejas. Los bastones militares de las dictaduras. Los bastones de los políticos, o los bastones del desarrollo.
En cualquier caso un objeto de poder que es herramienta de ayuda o guía, pero también y sobre todo, de superioridad, de potencial castigo, de obligación.
Los bastones del sur, señalan no sin angustia la persistencia del pensamiento de superioridad, en épocas en donde dios es el vecino del 202. La idea de tener la verdad, la idea de saber más que el otro, la idea de poder ser guía (espiritual o turístico) están condensadas en el Bastón, es el bastón de dios que separo las aguas en manos de Moisés. Es el bastón del diablo que es un tridente, o talvez una guadaña.
No creo en pastores, no creo en los individuos superiores. Poner los bastones al sur, no me tranquiliza. Creo en la sabiduría de cualquiera y en la contradicción entre la inteligencia y creer ser dios. Sospecho infinitamente de todo pastor. Talvez he sido oveja.
